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En los países de América Latina existe un creciente consenso de que la baja calidad de la educación es la principal causa de nuestros problemas y fracasos personales, familiares, laborales, empresariales, gubernamentales, etc. Directa o indirectamente, todos estamos siendo afectados por las debilidades e ineficiencias de nuestro anacrónico sistema de educación. Y, tal como suele ocurrir, son las grandes masas de pobres las que están pagando las consecuencias más inmediatas de la insuficiencia e inadecuación de lo que les enseñaron, o dejaron de enseñar, sus padres y/o sus profesores. Debido a esta debilidad educativa los pobres viven permanentemente amenazados y/o afectados por desgracias que están muy próximas a sus núcleos familiares: subempleo, desempleo, desnutrición, enfermedades y pésimos servicios públicos de salud, marginación y exclusión social, conflictos familiares, violencia, criminalidad, alcoholismo, consumo y tráfico de drogas, etc. Los gobiernos intentan, pero no logran eliminar ni reducir estos sufrimientos humanos porque cometen el grave error de hacerlo a través de efímeras y excluyentes medidas paternalismo-demagógicas; en vez de eliminar la causa más profunda que origina y alimenta nuestro subdesarrollo: la insuficiencia y/o inadecuación de conocimientos, de habilidades/aptitudes, actitudes, valores y principios éticos que, en el momento oportuno, las instituciones educativas no les proporcionaron.
Necesitamos de una nueva educación que “desenseñe” lo inadecuado y enseñe lo necesario
Nuestro sistema de educación aún no está cumpliendo su principal función que consiste en desarrollar las potencialidades latentes de los niños y jóvenes para que ellos sean menos vulnerables a los sufrimientos recién mencionados y más auto-dependientes en la solución de sus principales problemas cotidianos. Desarrollar dichas potencialidades es una tarea que la educación escolarizada sencillamente no tiene a quien delegar y, consecuentemente, debe asumirla inmediatamente, pues si ella no lo hace nadie lo hará. Entre otras, por la elemental razón de que la gran mayoría de los padres y madres de familia, desafortunadamente, no está en condiciones de enseñar a sus hijos aquello que a esos mismos padres nadie les enseñó. Es por este importante motivo que el sistema escolar, además de mejorar la enseñanza de los contenidos del currículo convencional, debe asumir dos nuevas atribuciones: a) “des-enseñar”/corregir las enseñanzas equivocadas que, desde la más temprana edad, los niños aprendieron con sus padres, con sus vecinos y a través de los perniciosos e destructivos programas de televisión; y b) reforzar el componente de actitudes, principios y valores que la mayoría de los padres no tuvo condiciones de proporcionar a sus hijos.
La mayoría de los padres de familia, conscientes de que, en la era del conocimiento, es necesario estudiar cada vez más, hacen un gran esfuerzo para que sus hijos concluyan la educación fundamental o primaria y, si es posible, la de nivel medio. Sin embargo, cuando los jóvenes alcanzan tal escolaridad y, llenos de esperanzas, buscan su primer empleo surge la gran decepción. Los conocimientos (insuficientes, disfuncionales, descontextualizados, fragmentados, teóricos y abstractos) que la escuela les proporcionó, no son aquellos que los potenciales empleadores necesitan encontrar en un buen funcionario o empleado. El mercado de trabajo los rechaza porque las escuelas no les proporcionaron los conocimientos, tampoco las aptitudes y mucho menos las actitudes, los valores y los principios éticos que son necesarios para tener un desempeño más responsable, eficiente y productivo en el trabajo. Ante esta realidad cabe preguntar: ¿de qué sirvió aumentar los gastos y los esfuerzos, de los gobiernos y de los padres de familia, para que los alumnos pudieran frecuentar la escuela durante 9 o 12 años? Definitivamente, no podemos seguir ilusionándonos de que estamos educando a los alumnos para los desafíos del presente y del futuro; por esta razón y sin perder más tiempo, necesitamos hacer algo radicalmente diferente de lo que hemos hecho hasta ahora.
¿Por dónde empezar: por la reforma ideal o por la reforma posible?
Una reforma educativa factible y eficaz, no necesariamente deberá empezar en los gabinetes de los ministros de economía y de educación, a quienes siempre estamos reivindicando altas decisiones políticas y recursos adicionales para el sistema educativo. Ella deberá empezar en las dos fuentes que están originando la baja calidad de nuestra educación y, como consecuencia, impidiendo el florecimiento de las potencialidades de desarrollo existentes en los niños y jóvenes de nuestros países. La primera fuente está instalada en las facultades de educación y/o pedagogía y en las escuelas normales que forman los futuros profesores; la segunda, que es consecuencia directa de la primera, está alojada en las escuelas fundamentales o primarias. En estas dos instituciones, de extraordinaria importancia estratégica para el desarrollo de cada nación, paradójicamente, está funcionando el generador inicial de las gravísimas debilidades y distorsiones del nuestro sistema educativo; y, consecuentemente, en ellas deberá empezar la gradual, pero inmediata, reconstrucción de nuestra semi-destruida educación. Los mejoramientos en la educación secundaria e terciaria vendrán, en buena medida, como consecuencia del efecto irradiador, de las dos reformas prioritarias recién propuestas.
Notas de: Polan Lacki y Juan Manuel Zepeda del Valle
Buen artículo. En el colegio tuve una educación sin sentar unas bases fundamentales, en gran parte, debido a la falta de facultades de los profesores. Si te enseñan a esquematizar, te abren los ojos hacia las maravillas de la lectura o te inundan de valores sociales… entonces “otro gallo cantaría”.
El tema de la pobreza; Si realmente se quiere erradicar con la barbarie de la pobreza, ¿Por qué no enseñan agricultura, ganadería, pesca…? en definitiva, ir eliminado en los países más pobres las necesidades primarias para dar lugar a otros nuevos conocimientos, más secundarios, pero no menos importantes.
Creo que es fundamental concienciarnos de que la única salida ante las dificultades, es cooperar unidos, por un proyecto común.
Es cierto Nube, necesitamos un cambio de paradigma en la educación, probablemente tropicalizarla por regiones sin olvidar las bases que se desean impartir en la cultura basada en valores.
Muchas gracias por tus comentarios.
Saludos
¿Cómo va a mejorar la educación si nuestros legisladores son nuestros principales enemigos?
La despenalización del aborto (entre otras muchas cosas) nos ha llevado a generar violencia en los hogares, a todos niveles, desde los más pobres hasta los más ricos, existe mucha violencia, la violencia genera violencia y ganas de evadir la realidad a través de los estupefacientes, aunado a eso, hay ausencia de formación por parte de los padres, pues en la mayoría de los hogares solo hay un padre, no ambos, ¿quién está educando a nuestros hijos? Una maestra, más preocupada por su sueldo o por su divorcio que por la educación?
El adulterio, despenalizado.
El divorcio express, en fin, ¿nuestros legisladores, gobernantes y políticos, son ejemplo de altos valores éticos?
Estimada Conny:
Agradezco sus comentarios y en verdad tienen razón en ello, sin embargo no podemos caer en desesperanza pero sí con el ejemplo demostrar que los actos y comportamientos éticos generan mayor crecimiento personal y empresarial. Nos parece muy importante, en la medida de lo posible, dar ejemplo en valores, en educación creativa, en el respeto a las personas y la no evasión a los problemas sociales, laborales y personales a los que nos enfrentamos. Será importante enseñar que dentro de las características del hombre: libertad y voluntad, la persona tiene la gran facultad de decidir su futuro y en ello impactar a los hijos, la familia, la sociedad, la delegación o municipio, al estado y a México.
Agradezco y aprecio su participación y comentario.
Saludos